Chachá mulá - Mi vecino Martini

 CHACHÁ MULÁ


Capitulo 1


Mi Vida en el barrio - una introdución


Todas las citas se quedan ahí, no me subo. Mi tía lamenta que el bebé que soñó en mis brazos no pueda llegar. Mi familia cotillea sobre amores - alguien debe ser - alguno de esos de la foto de internet. 


Mi padre reza a Jesús para que me libre de tanto pecado. Daniel visita mi casa para ayudar con la poda, me pide para dormir juntito, es mejor no arriesgarnos a que se cumpla la profecía de la tía y mientras duermo abrazada a él, evitamos movimientos bruscos. 


Caco, lo de la guitarrita, se desperta celoso, porque no contesté nada en el Zap


Que pereza, tía, con celosidad que empieza antes del beso, antes del hijo, antes de nacer el amor...que pereza, tía, de inventar el amor hoy tan virtualito, las cosas no son como en tu tiempo, donde el aroma de los duraznos ayudaban desplegar bebés por toda parte. No nos ocurre la primavera como antes.



Voy arando e imaginando la conversación de familia que vendrá en la isla:

- ¿Qué has hecho de la vida?

¿Cómo puedo decirles que he estado luchando por la justicia social? Que llevo años usando una pala para intentar plantar y no tengo cosechado nada significativo, que no he conseguido ni chi ni limonad, ni de mi justicia social, ni de maiz que es un tesoro difícil de cosechar y que he descubierto la poesia pero no puedo ayudar a nadie con eso. Entonces, les voy a decir lo de siempre: - Designer. Eso hago de la vida. 

Y ni ellos ni yo creeremos en eso.



****



Cavo, cavo la tierra. El surco aparece lentamente al son de la pala. Mientras trabajo, pienso en el sueño de una influencer que conocí: cuando mis hijas sean grandes, quiero comprar un terreno y quedarme desconectada para siempre.


Escupo en la tierra, luego otra vez, y otra escupida. Una extraña forma de sudar es escupir.   Mi vecino del interior del Pernambuco una vez me dijo: hay que mojarse la mano con agua o escupirla para que no te salgan callos. Aqui estoy llena de callos toda esculpida.




Al principio era una aradora profesional, una máquina, si me vieran los del barrrio, me imaginaba en las filas del MST, araba constante y rítmicamente - ¡todos juntos liberando la tierra! Eso fue hace una hora. Ahora tiro la pala hacia arriba y ella da vueltas y vueltas en el aire, invento un arco lento, volteo...como una niña que no quiere comer más...




Es inevitable hoy pensar en los palestinos que cavan zanjas para sus seres queridos. Aquí sueño con el maíz que esa tierra dará, ¿que soñarán en Palestina?  



Hay una planta que se parece mucho a un tallo del maíz aquí. Siempre tengo dudas, así que voy y echo un vistazo de cerca. Y no. Es esa planta de nuevo. Hay tramposos en todos los huecos de la Vida.




Llegó la lluvia. Que orgullo cuando termino la línea de 50 metros y empieza a llover. El sueño más grande es ser escritora, pero hoy quiero recibirme en el campo. La dignidad anda en manos que conozco sólo a veces... y saben plantar.



Dignidad no es fácil. 


A mi me visita cuando el nene de Tota, por ejemplo, ese niño Martin, me dice Hola, y después de que no le dé mucha bola mirando para otro lado unos minutos, viene y me sonríe otra vez y me dice Hola de nuevo, por el gusto de decir "hola" no más. 


Y le contesto con gusto y gracia.


¡Hola, martin! 


La humanidad entera debría experimentar saludarle.



Algunos maízes sobreviveron a las pisadas de los caballos y me doy cuenta de que, por extraño que parezca, no les he abandonado. 




Son como 9 o 10 brotes en el campo. 




Me pongo de humor grave mirandoles.... 




Desistir de ellos sería como desistir de todo. 


Uno no puede dormirse sin parar los ojos de adentro sobre gaza. Mirarlo acompañando...



Mi vecina de alambre es Dona Tota. Hoy, ella me dió dos naranjas y luego me alcanzó la crema de piel. Pregunté se seguía mal, pero me contestó que ya no sientia dolor, era otra cosa.

"es que algunos días...  lo único que uno necesita es un masaje".  

Se tumbó en el balcón y sin demora, empiezé hacerle un masaje. 


Estaba tan chocha que parecía no doler nada, estaba por la fiesta de la crema en su piel. Sólo repitía "algunos días todo que uno necesita es un masaje". Y luego completó: 


"Sabes, Chachá, mi hermano es masajista, pero me da vergüenza decirlo". 


"¿Pero por qué?", le pregunté, intentando disuadir la conversación para que ella se relajara.


"Hace un masaje trantran. ¿Sabes lo que es?" 


"Ah. Sí. Tán-trica". - contesté.


"Descobrió en la ciudad.. hoy gana mucho dinero con eso. Me da vergüenza, porque no sé ni explicar lo que es". 


Le dije, frotándole bien los pies:


"Mira, Tota, todo trabajo es digno". 


Por fin se relajó. Se relajó como algodón. Me prometió que iba ejercitarse más, con la boca tombada en el piso y en paz. Sabía que lo que le relajaba realmente era su hermano ser alzado a la categoria "buen trabajador".

 

- "hasta mañana" Solo me dijo eso. 


Doña Tota no necesita decir gracias. Nunca lo decía. Se fue, pasó por el alambrado y entró en su casa.



.



..


Capítulo 2 - mi vecino Martini



Hoy he visto a mi vecino, Martini, lo del lado derecho. Él estaba desnudo. No quería esa intimidad subita. Incluso me fijé bien para ver si era eso. Pero era, estaba tirando las cáscaras al patio. Yo estaba a 30 metros labrando la tierra y él con esa manía de llevar auriculares y estar en cueros. No pudo oírme decir "¡EIA!".

Se le volaba todo. MARTINI...






Capítulo 3


Le invité a comer algunas veces. Era difícil tener algo de qué hablar durante la cena. Es un hombre demasiado desnudo.

A menudo nos sentábamos en la mesa en silencio, hablando del condimento y de la lluvia de algun día. Me daba las gracias protocolarmente y se iba y, a veces, traía a mi casa bolsitas de frutillas.

No sé cómo, pero siempre le sobraban frutillas, y su más grande alegría pasó a ser regalarlas a todos, a cambio a veces un tarro de miel, un pan casero. Solía decir : "Los gané de la empeesa, en esos momentos me siento cosmicamente rico".

Andubo repetiendo tantas veces esa frase que terminó recibiendo visitas de las ex mujeres pidiéndole las pensiones retrasadas, y tubieron que se contentar con unas bolsitas de frutilla.

Un día salía de mi casa despues de cenar, miró al cielo y exclamó: "Ahí están, ¿ves?". Era un punto de luz que giraba. Yo ya había visto tantos, que ese voyeurismo no me divertía. Pero a él.... Se pasó media hora contándome sus teorías. Asentí, pensando en los platos que había que lavar en lugar de los voladores.
Despues colgó una foto en el grupo del barrio con su heladera y dijo que se iluminó de azul, como la luz del horizonte.

Pidió a todos que velaran por su seguridad. Luego comentó que le había caído un rayo, pero que estaba bien. Era una señal de resurrección.

En el grupo de vecinos, en esta hora, sin embargo, hablaban del reparto de los gastos de la cooperativa y todos simplesmente ignoraron a Martini y Martini ignoró el reparto de los gastos.




Capítulo 4 "un tipo avanzado de meditación" - él nos dijo. Explicó todo lentamente en la reunión del barrio, cuando Juan le preguntó que era eso que hacia de ojos cerrados en el pátio. Tubimos que escucharle hablar con tonos grabes por 20 minutos. Nunca más le prefuntaron del tema.


Otro día, él defendia un largo argumento sobre gastar en proteccion de las antenas, nadie queria poner plata en eso, pero el usaba su voz fleumática. Despues de 15 min dije: " Está bien, tienes toda la razón".

Pero me replicó lentamente: "No tengo Razón, no es cuestión de Razón, Chachá querida, es cuestión de tener Conciencia...eso tengo y tenias que tener."





Capítulo 5


Hace unos días que los mensajes en el grupo están raros de la parte de nuestro querido Martini. Se le desapareció una palabra, el: Yo. Ahora escribe todo en primera persona del plural o con las frases invertidas de una manera graciosa: "los árboles fueron cortados" "la basura ya fue entregue al lugar apropriado". Me dijo Jana que él le enseñaba, esos días, que no se puede usar el pronome Yo, porque agranda el ego. Y que desde entonces viene practicando incesantemente en casa, con los niños y así pues, tambien con el grupo del barrio.


No supe que contestar a Jana que estaba maravillada por la capacidad lingüística y las frutillas de Martini.


No tardó unos días para una de las ex mujeres de Martini venir con el auto rojo y veloz a hablarle de la plata como siempre. Me imaginaba Martini con sus primeras respuestas huyendo del Yo, dejando de ser Yo, de pagar Yo lo pago, Yo lo cumplo, Yo soy padre.. Martini que desabitaba de su próprio Yo entre los vecinos, no podiendo escapar de la furia de Beti, que en 1 minuto le cortaria su nuevo pasatiempo.





Capítulo 6


Se me pudren las frutillas de Martini, tengo como 6 bosas... abro la heladera y viene la pereza de hacer dulce con ellas... me acuerdo su mirada, su voz, cuando vuelve con las frutillas le agarra un tono especial en la voz.. su pecho gana nuevos patamares... una de las veces me dijo que hay estudios apócrifos que afirman que eran frutillas las frutas del edén...como sabe Martini.



Al otro dia, él y 5kg de frutillas bajan del auto, le veo la cara de Adan del Éden. Me dice buenas noches y no agradece, baja flotando, ahora le brilla los ojos porque sabe que me enseñó algo que llevaré para la vida "la frutillas eran las verdaderas frutas del paraíso y yo, Martini, les reparto como óstias....". Su presencia es todo que una persona necesita, su áurea embebida de sabedoria y aroma a tierra santa.




Capítulo 7


Esos días que estube fuera, mi vecino Martini estube en casa y llevó uno de mis libros que publiqué pocos, bueno, me costó saber eso, y dejó una bolsita de frutillas como pago.


Dijo que iba a pagar después. Pasaron ya 2 meses y ni tocó en el asunto y ya prefiero imaginar que el robó valiendo, hago un esfuerzo, le veo con el libro vestido de ropa carmesí, le vi las huellas sudadas en la madera, una bolsa, no de plástico con frutillas, claro que no, otro Martini, no con las manos con crema de vanilla ni guantes para cortar la leña... Imagino un capo de la mafia, robando en serio. Por primera vez pasionalmente... Me imagino él con el poema de Silvia. Sin saber que hacer con Silvia. La metió en la bolsa, Silvia inmensa, flamemca, con telarañas en los dedos, agostos de malasuertes y esconderijos,l en la España de Franco, sus hojos, la palabra granada... granada y Martini la robando lentamente, sin sacar los ojos de Silvia, desnudándola con otros ojos que guarda...


Cuando Martini me dijo cerca del alambrado entretanto: "pronto pagaré, Chachá querida"...le contesté, dejando escapar mis deseos:
- No hace falta. Que bien que te haria la Silvia.




Capítulo 8


Martini apareció por la mañana cerca de las 7, por suerte, estaba lejos limpiando el baño y no pude darle cualquer atención. Sabía que era él y sonreí oyendo el ruido de una bolsa plástica. Pronto, sus pasos bajaron por la escalera y - que seria que habría dejado en la mesa, sino frutillas?


Ahí estaba la bolsa, esa vez chiquita, dos porcioncitas, y una nota diciendo "Agarré la carretilla. Gratitud, Chachá! Martini"


Mi intuición se consolidaba. Martini había inventado una nueva moneda. Una bolsa grande para deudas grandes, bolsitas para levianos préstimos.


Tomé las frutillas sin saber más que hacer, busqué una receta en la internet para dulce. No me gusta el dulce, pero no podía más con esa impotencia adelante de los mensajes de la vida. 200g de azúcar. Uf..


No tenia azúcar. Andé a la casa de María.


- María, necesito un poco de azucar, despues te devuelvo.

- Más vale, Chachá.

Sentamos a tomar unos mates y vi que en la casa de Maria también habían frutillas. En casa de pobre no hay frutillas normalmente, todos sabemos de eso.

- Así que él andó te pidiendo favores?

- Él quien?

- Martini - y apunté al cesto donde brillaban las frutas rojas. Maria tombó la cabeza, cambiando de humor.

- Este me debe 300 y deja las frutillas para que no le mate.

- Si...No sé que hacer con Martini más..

- Le pagué para arreglar la puerta y los goteos del techo. Puso una lonita, dijo que en 1 semana vendría con tal y tal herramienta que estaban en el concierto, bueno, hasta hoy... nada. No puedo ni tocar las frutillas...

- Ah Maria...te entiendo, pero mi tía dijo esos días: dale una chance al pobre. Necesitamos a los vecinos, un día puede que nos ayude y cambie en algo.

- No es que sea mala persona, como Ramón, que bueno, sabemos en que está metido. Es que el problema de Martini es que tiene esa carita y lleva todos en la flauta...¡ con eso de la frutiila!..Y no hay manera de charlar cualquer cosa con él, que termina todo en sus palabras de rey galactico..


Volvi la casa, a la cocina, girando las putas de las putillas en el azucar, encontrando el punto. Imaginando cada casa al rededor con las perlas rojas de nuestro vecino. Un día, esperamos que termine esa generosidad de la empresa. ¿Pero entonces qué trairá?




Capítulo 9


Pero Maritini se olvidó de todo cuando le tocó el bicho. Le he pasado el virus, no sé cómo, pero debería haber cogido la plaga por los cuernos. Si hubiera al menos sabido que me había contagiado de Ruth. Ahora es: Martini comiendo ajo frito, jengibre, llevando una mascarilla blanca, Martini sin contacto con nadie, discutiendo con la enfermera que decía "ya no es como antes el covid". Martini con la hoja de naranjo en la boca, mandándome sermones por zap y bebiendo té de limón, gimiendo de fiaca, yendo a la farmacia otra vez con mi coche por mi culpa y quejándose de que han sido 3 rollos de papel higiénico, mostrando la nariz y diciendo que está SIN olfato total, 100% sin olfato, ¡y puede que no vuelva nunca más! Martini mostrándome el daño que le ha pasado y mandándome una foto en el grupo del barrio de los mocos que está produciendo y yo contestándole sin saber qué más hacer:

"qué mejores, vecino". Y el dulce de frutilla me acordada de grande trampa de la vida que trayen los ojos dulces. El virus acabó tocando justo a Martini - en 5 minutos de interacción cuando él me entrega frutillas - justo Martini, señor.



Ya pasan unos días del fin de la cuarentena. Le pregunto como anda. Martini es el tipo de persona que no podría nunca decir que simplesmente esta bien, que se curó totalmente.


Me contestó: "99% bien, Chachá" Todavia no siento plenamente el aroma y el prana.


Me ocurre que podríamos hacer una reunión - Martini y yo - para extender el aislamiento social - para unos 10 años.




Capítulo 10


Bueno, Tota.. Tenés alguna caca de gallina sobrando? Mientras le apretava el cuello y ella gemía de alivio, contestó que si...


Mañana voy a buscar.


Estaria me convertiendo en Martini ¿pagando las cosas con masaje ahora? Leve preocupación.



Capítulo 11 El paquetito de frutillas que sobró hace una semana, por fin dió un jugo que me tomé con la Dircinha.


Mi vieja amiga exclamó de alegría al probar unas frutas tan puras, al largo de su vida no había probado nada con un sabor así, desde de niña. En los últimos años, decía que sólo bebía el Tangue que su marido cogía en el mercado, y que variaba los colores. Ella tomába el jugo y yo le explicaba que Martini parecía haber encontrado una fuente de frutillas interminable y que todo el barrio se estaba acostumbrando a sus bolsas-relleno. El otro día Milena envió fotos en el zap del grupo, abrazada a Martini, a las frutillas y a los curas de iglesia.


Había llegado allá.


Las deudas se aliviaban, y sospechamos que hasta las reparaciones del autos fueron pagas con los pequeños frutos. Juanita, la mujer del mecánico, se levantó un día dando heladitos a los niños, diciendo que eran puritos, de verdad, sin explicar la recepta. No sé porque algunos escondian su contacto con Martini. Los colegas de Martini en la empresa nunca llevaban la fruta a casa y esto nos llevó a deducir que Martini tenía sus propios contactos y habilidades.



Me despedí de Dircinha, y le di las últimas frutillas que me quedaban. "Toma dircinha, dale una alegría a Mané, a lo mejor deja a los Tangues". Nos abrazamos y contemplé la puesta de sol. Pasé junto al plantío para ver cómo crecían el maíz y las calabazas. Lento y soleados y ahora con refuerzos de caca de gallina de doña Tota. Vi salir por la puerta lejos a Martini, estaba serio. Le di las buenas tardes, me saludó rápidamente y entró. Las luces se encendieron por la noche, y a la mañana siguiente, cerca de las 10, apareció para contar: - Me voy, Chachá. - ¿Cómo que te vas? - Dejé la empresa. - Pero cómo... yo pensaba que todo iba bien... siempre volvías bien de allí, con las frutillas... - Sí, tengo muchos amigos allí, pero no renovaron mi contracto. Una pena inmediata subió a mi corazón. Mientras Martini se defendía diciendo que era una buena persona, me di cuenta de que mi tía tenía razón al ser paciente con él, que era tan...


- ¿Sabes adónde vas? - Ya veré.. estaré más cerca de los niños...por lo menos eso...


Tomó unos días, gastó sus últimas frutillas y consiguió apoyo de Jairmilton para acondicionar su remolque.


Reunió a toda la vecindad para despedirse en un largo y melancólico discurso con palabras que nos recordaron su inmenso aburrimiento, pero en fin, era el último día y alargamos nuestra paciencia. Le dimos las gracias por las frutillas. Deseamos que volviera pronto. Se fue, tocando la bocina, solo, con el remolque, el gato y mil cosas encima del auto Ícarro, sin más frutillas, diciendo Namasté, te quiero Angela, Jorge, Chachá, y así se fue Martini, con unas cuantas deudas pendientes partió. Pero quién no tiene un techo de vidrio.



Capítulo 12


Martini volvió. Sabía que no podría estar fuera mucho tiempo. Parece que uno hermano le ha dado algo de dinero que le permitiria vivir en un lugar barato. Decidió volver al campo. Comer mandiocas, disfrutar de la fruta de los árboles y a ver si aparece un nuevo trabajo "suave", me dijo...quién sabe. 


Volvió muy feliz y servicial. Algo se ha apoderado de él. Sus hijos ahora dicen «Tía, te quiero».


La semana que viene seria el cumpleaños del mayor. Martini llamó a toda la calle para anunciar que ha vuelto. Nadie hablaría de deudas en el cumpleaños de un niño y hasta traerian regalos. 


Doña Tota se quedó con los aperitivos de la fiesta y, con las coxinhas, y mientras todos celebraban el regreso, Tota dijo que podía quedarse con los niños durante la semana para que él trabajara en la cosecha de melocotones. 


Pero Martini se rió y dijo: Dios proveerá, Dios proveerá -nos reímos, claro. Permanecia intacta su elegante habilidad para evadirse del trabajo. 





Capítulo 13


Voy a contar como se termina esa história. Puenden ustedes creer o no en esos hechos, Martini, mi vecino, se logró el Éden.

Ya hacía algunos meses que los vecinos no le veían porque andaba buscando algo por su terreno, haciendo huecos enormes en la tierra, montañas de arena que a princípio pensábamos que estaba por empezar un huerto gigante para salvar al mundo, pero no. Ninguna semilla, ningun plantine. Sus niños jugaban en los surcos y fue por el más chiquito que me enteré. En una tarde se vino corriendo atrás de mis gallinas, y le ofrecí unas galletitas con jugo, fue ahi que contó que su papá a días buscaba al tesoro.

- ¿ teosoro?

- Sí... una piedra muy especial nos dijo. Con ella vamos a viajar el mundo con globo estático.

¿En qué andaría Martini, ¡Señor!?

Hacía semanas que no hablaba en el grupo del barrio. Ni sabia de las novedades: el camiñón de leña de Rodrigo se tombó en la calle Libertad, la vecina nueva, el techo de Ángela ella misma había arreglado con ayuda de sus hijas. Ni contestó Doña Tota cuando ella insistió que se sumara a los otros chicos en la cosecha del durazno. Nada. Martini estaba inmerso en su pátio buscando el... tesoro.

Le fui a golpear la puerta.

- Hola, Chachá, bien venida!

- En que andas, che? Cuanto tiempo no nos vemos!

- Ahh nada...estoy...arreglando el jardín - y intentó huir de mi mirada.

- Papá decile a chachá que recién encontramos el tesoro!!

-Mihija... no es bien así... - y en ese instante apareció la pequeña con una piedra gris en la mano. Dijo:

- Ahí está!! Con esa piedra vamos a ganar muchos regalos, no papá?

Y Martini me explicó que los niños tienen mucha imaginación. Y guardó como un tesoro su piedra.

No quería molestarle más, al final una cosa inadmissible es interromper a Martini en un trabajo, es como meterse a atordoar un milagro en marcha.

Me despedí, conté de la cosecha de duraznos, de la vecina nueva que Doña Tota habia conocido y parecia buena persona, sólo que hablaba otra lengua.

Pero Martini no me daba bola alguna, parecía preocupado en enconder o minimizar la importancia de su piedra, tirandola para arriba e jugando como si nada. Me fui con una sensación rara. Está diferente, nunca le vi así.

Al otro día miraba el maiz crecido en mi tierra apasionada por el color verde que tenía. Es el rey..el maiz ah.... Tenía que cosechar pronto. Martini salió afuera con su walkman y no me miró como de costumbre. Estaba vestido por lo menos.

Y ahora no tocaba a los huecos ni la tierra, habia encontrado el tesoro.

¿Podría pedirle ayuda a alguien que recién encontró un tesoro?

Me reeí de esta locura.

Al toque  vi entrar por su pátio con pelo corto y las ropas de colores - debía ser la vecina nueva que contara Tota. 

Martini tardó pero la vió, porque la chica le tiró un fruto reindose y gritó sin miedo de gritar - Hola, guapo!

Maritini y ella charlaron un rato, ella salió y él se quedó un largo tiempo mirando el portón.

Otro día, la recebi en mi casa. Era elegante y hablaba con un acento peculiar. No era latinoamericana. Llegó con el cesto lleno de duraznos.

- Hola, vecina, un gusto. Me contáron de ti, que eres la unica persona por acá que habla mi lengua. Soy raquel y tu, Chachá, vale?

- Hola, Raquel, sí. Vos de españa, cierto?

Ella golpeó los pies en el piso y golpeó las manos como el flamenco y dijo sí. Tenía bueno humor.

Mi diós - pensé como alumbrándome - SÍLVIA.

Nos hicimos amigas, intercambiando receptas de hierbas, comidas, libros y anecdotas de peregrinaciones, y le ayudé a integrarse al barrio que la llamaban de jefa. Algunas mujeres la invidiaban porque los maridos sólo hablaban de raquel que les pagaba bien, que les regalaba duraznos con una manera en la lengua de decir adiós.

Yo defendía la chica migrante. Ni era de familia rica, como hablaban, creció en el campo también.

Cual fue mi sorplesa el día que Sílvia golpeó la puerta con aires de primavera, con una flor en el pelo y deciendo que necesitaba mucho hablar:

- Chachá...sabes, le entregué los duraznos a Martini...le dije que era para hacer unos heladitos a sus niños y no sabeis la cara que me miró, tan hondo en los ojos, parecía que le estaba entregando un ramellete de flores y... me dijo... que nunca había recebido algo así, que los duraznos eran la fruta que Buda comió y se iluminó y sólo pocos saben... me abrazó agradeciendo y sentí su pecho caliente, y no entendi bien...me contó que pensaba que había encontrado el tesoro unos días atrás....que se iba hacerse la vida con un meteorito...pero nadie lo compró...y tocando mis duraznos me dijo que ahora entendía la verdad... No era la piedra el tesoro real de la vida, buda ya le ensinara... y sentí suas palabras quemarme, amiga... él acarició el durazno, tocó mi boca...

- mi diós, ¿ y?

- y nos besamos...me besó le besé y ah! Nunca besé alguién así...el tenia gusto a menta fresca...me llevó a su habitación...y bueno...acá estoy...Ni sé que decir...

La miré abismada. Martini habia encontrado su Sílvia. La vida era demasiada pintoresca.

Se casaron, cosa así. Martini ahora no regala frutillas, pero los duraznos a los vecinos. Los duraznos de Silvia.

Nunca sabré como consiguió las frutillas del trabajo, las frutillas del Éden, ni como encontró la Sílvia del libro robado.

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